En un mundo globalizado como el actual, la logística ha ido progresivamente ganando importancia hasta convertirse en una ciencia imprescindible. Una mayor competencia internacional provoca que tanto empresas multinacionales, como empresas de menor tamaño tengan como concepto clave implementar una logística integral si quieren aumentar su nivel de eficiencia y organización. La dinámica de los mercados exige de todos los actores mayor rapidez en el servicio, con una cadena de suministro rápida y adaptada al producto para enfrentar las dificultades que plantea la omnicanalidad: un gran número de pedidos de diferentes tamaños, formados por pocos artículos y que se deben entregar en 24 horas. Además, el ciclo de vida de los productos se está reduciendo cada vez más, lo que impacta drásticamente en los procesos y actividades logísticas.
El concepto de logística integral nace precisamente para afrontar todo esto. Es una función estratégica que engloba los procesos y todas las relaciones entre clientes y proveedores, con el objetivo de dar respuesta común a las necesidades de la cadena de suministro. Así, el propósito principal de la logística integral es lograr la mayor eficiencia posible en la distribución y esto se logra poniendo los productos en su lugar y en el momento adecuado, dando una respuesta rápida, reduciendo el inventario, los costos asociados al transporte y mejorando los niveles de calidad.